La autora dedica el libro a la humanidad, que ha sufrido la pandemia de la COVID-19. Lo escribe a partir de mediados de 2021, cuando se encuentra ejerciendo en Perú y la tragedia parece no tener fin. Los sentimientos que desencadena esta situación límite los escribe en treinta episodios muy breves, de tres o cuatro páginas cada uno. En conjunto, no se trata sólo de un relato propio de la narrativa, sino de reflexiones interrelacionadas que afloran en momentos diversos, escritas para desahogarse y no olvidarlas.
La visión de la pandemia como proceso mórbido, de la población que la padece, de los profesionales inmersos en una situación límite, de los sistemas de salud desbordados, y sobre todo, de los valores humanos que dan respuesta a la enfermedad ya sus consecuencias, quedan plasmadas en esta obra.
No se trata de un análisis científico y objetivo de los hechos, sino de pensamientos que emanan de la emotividad de quien a la vez sufre como enfermo potencial y como agente de salud, de quien vive una devastación histórica y confía en los resortes de la especie para superarla.
La sucesión de capítulos muy breves hace que sea de lectura muy ágil. Todos los que vivimos la pandemia podemos encontrar con ella la huella que nos dejó.