Lo primero que nos llama la atención del libro es la palabra naif, incorporado al título, un calificativo que también define la ilustración de la portada -dedicada en Cuba- y la encuadernación copta, poco frecuente en las librerías.
Contiene una recopilación de 78 poemas de estrofas de extensión heterogénea que no destilan “la ingenuidad de un inexperto” que es como define naif el diccionario, sino una expresión saturada de color, en ocasiones muy descriptiva y que en otros casos toma el trazo de una pincelada impresionista. El amor y la femineidad son omnipresentes.
La autora emplea un castellano de raíz ultraoceánica, lleno de matices con que abre espacios interiores y momentos desancorados del tiempo, de vivencias irrepetibles, leves o pesadas, empapadas de cánticos a los seres queridos y en la naturaleza.