Maria José Trueba

Maria José Trueba Mira

1955-2021

La doctora María José Trueba Mira murió a causa de un cáncer que, una vez diagnosticado, no tardó en tomar un cauce rápido, llevándola finalmente a entregar su alma a Dios el día 24 de mayo, en su casa, rodeada de su familia, a los sesenta y seis años de edad. El mundo de la medicina, y en particular el de la ginecología, ha perdido sin duda una persona entregada a su profesión y, sobre todo, a sus pacientes y a su familia.

Ignacio Vaz-Romero Trueba

Nacida en Santander, la vida la llevó a estudiar Medicina en la Facultad del Hospital Clínico de Barcelona donde se licenció en 1981, junto al que sería su marido y compañero tanto de vida como de profesión, el doctor Miguel Ángel Vaz-Romero Uña, con quien tuvo dos hijos: el mayor, consagrado al mundo del arte y las humanidades, y el menor, entregado también al ejercicio de la medicina. 

Tras licenciarse, la doctora Trueba cursó la especialidad de ginecología y obstetricia en el Hospital Universitario Vall d’Hebron, y culminó su formación como especialista en1985. Comenzó su carrera profesional en diversos centros, empezando en el Ambulatorio Central de Badalona. Desde 1991 mantuvo, junto al doctor Vaz-Romero, su propia consulta médica, ubicada, durante los últimos años, en la Clínica Sagrada Familia, la que fue su casa hasta un año antes de fallecer, cuando la enfermedad la obligó a dejar de visitar y de operar. 

Durante toda su vida, la doctora Trueba fue una ávida y polifacética lectora. Solía decir que sus “amigos” moraban en la dimensión de los libros. En efecto, la literatura universal se convirtió, desde muy temprano, en el timón de su propia vida y de su sensibilidad para comprender mejor la naturaleza humana.

Su vida fue un ejemplo para todos: de integridad como persona, de profesionalidad en su ejercicio como médico, y de entereza y fortaleza durante su enfermedad y posterior muerte, siendo siempre la Fe su firme ancla y guía. Su único pesar, no haberse podido despedir de sus pacientes (su otra "familia"), quienes coinciden en que, para ellas, la doctora Trueba fue algo más que una médico: fue su consejera y confidente, logrando siempre hacer fácil lo difícil y aportando a su ejercicio algo de su propia persona y vocación. Realmente podría decirse, a la manera de aquel versículo del Nuevo Testamento: "Pasó [por la tierra] haciendo el bien" (Hechos 10, 38).

Hoy, a escasas semanas de su entrada en la Eternidad, tan sólo nos queda rezar y darle gracias por su enorme legado y ejemplo. Por ello, su afligido esposo y sus dos hijos rogamos a cuantos lean estas líneas la caridad de una oración por el eterno descanso de su alma.

Tu Familia, que no te olvida.