Concepción Figueras Nadal, Mai para todo el mundo que la ha conocido, se licenció en medicina y cirugía en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1975.
Al finalizar, realizó la residencia de pediatría en el Hospital Infantil Vall d'Hebron, trabajó ocho años en el Hospital Universitario de Bellvitge y volvió al Hospital Vall d'Hebron, donde desarrollaría toda su labor asistencial, docente y de investigación y sería jefe de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría5.
La UPIIP se creó en enero de 1996 y progresivamente se fue configurando como una unidad de hospitalización dedicada al estudio y tratamiento de las enfermedades pediátricas de origen infeccioso. En 2005, Mai Figueras incorporó la atención a los pacientes pediátricos con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y se consolidó como una unidad de infectología moderna, logrando funciones de consultoría en el diagnóstico, tratamiento y control de la infección compleja del enfermo crítico e inmunodeprimido.
La actividad científica de Mai Figueras se ha centrado en mejorar el diagnóstico y el tratamiento de las infecciones en los pacientes pediátricos con cáncer.
Su labor asistencial es simultánea a una producción científica de alto nivel. Defiende su tesis doctoral en 2006 y crea el grupo de investigación de infección en el paciente pediátrico inmunodeprimido en el Vall d'Hebron Instituto de Investigación que lideró desde 2010 hasta su jubilación.
Del mismo modo, su vinculación con la formación de estudiantes y residentes fue constante, tanto desde su posición de profesora asociada clínica de la UAB, como con la creación en 2009 del primer máster en España en infectología pediátrica, de donde era la directora.
Su legado se define por el impacto que tuvo en todos aquellos que trabajaron con ella. Una época en la que el liderazgo femenino era prácticamente inexistente y escasamente reconocido, Mai Figueras estableció un liderazgo que no se imponía, fluía y se basaba en la exigencia, tanto para ella como para los demás. No entendía ninguna forma de trabajar que no buscara la excelencia, ya que consideraba que era lo que merecía cada uno de los niños y niñas que atendía. Actualmente, muchos de los que trabajaron con ella lideran la práctica totalidad de las unidades de infectología pediátrica del país.
El suyo era un liderazgo honesto y generoso que fue seguido de un acompañamiento para que las nuevas generaciones asumieran la responsabilidad de seguir su legado. Mai Figueras tenía muy claro que había hecho mucho trabajo de calidad y que a partir del día de su jubilación se dedicaría al cuidado de su otra pasión: la familia, especialmente sus nietos, que se convirtieron en su motivo de vida hasta el día que nos dejó.
Descanse en paz,