Juan Jose Ortega Aramburu

Juan José Ortega Aramburu

1936-2019

El 23 de agosto de 2019, murió el doctor Ortega rodeado de su familia a la que adoraba. Un hombre bueno, un gran médico pediatra y hematólogo.

Maria Teresa Olivé Oliveras, médico adjunta jubilada. Servicio de Hematología-Oncología Infantil Vall d'Hebron. Socia Emérita de la Sociedad de Hematología y Oncología Pediátricas (SEHOP)

El 23 de agosto de 2019, murió el doctor Ortega rodeado de su familia a la que adoraba. Un hombre bueno, un gran médico pediatra y hematólogo.

Nacido en Santacara, un pueblo de Navarra, pocos meses antes de la guerra civil, donde sus padres eran maestros. Pasó su infancia en Santacara y en 1944 su padre ganó una plaza de maestro en Barcelona, ??por lo que se trasladó toda la familia a esta ciudad. Era el mayor de siete hermanos. Eligió la carrera de medicina y efectuó los estudios de licenciatura en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Al finalizar la carrera estuvo trabajando durante seis años en el Hospital Clínico, primero al servicio de transfusiones y luego al servicio de pediatría. Fue aquí donde conoció a la que sería su mujer, Carmen, con quien formó una excelente pareja y fruto de este matrimonio fueron cuatro hijos, vivo ejemplo de sus padres.

En marzo de 1966, tuvo el privilegio de formar parte de un grupo de médicos que inauguraron el nuevo hospital infantil de la Seguridad Social, compartiendo una sala de hospitalización con pacientes con problemas hematológicos y neoplásicos.

El principal objetivo del doctor Ortega para la formación de una unidad de hematología fue, en primer lugar, organizar un laboratorio de citología hematológica, de coagulación y hemostasia. En segundo lugar, establecer protocolos de tratamiento de las leucemias agudas y, finalmente, la formación de residentes en el área de hematología, tanto en la vertiente clínica como de laboratorio. Los doctores Germán Javier, August Saenz y Joan Tusell formaron parte de esta unidad de hematología en 1972.

En este periodo se pusieron en marcha programas de estudios diagnósticos y protocolos de tratamiento en las leucemias agudas del niño; programa de tratamiento precoz domiciliario y prevención de secuelas en niños hemofílicos y programa de tratamiento de la talasemia mayor en régimen de hipertransfusió y quelación del exceso de hierro con desferrioxamina en infusión domiciliaria nocturna. Estos programas se han prolongado en todo su periodo de actividad profesional. Desarrollo de estudios prospectivos y protocolos multicéntricos en leucemias agudas linfoblásticas, diseñando estudios prospectivos aleatorizados como la eficacia de la inmunoterapia; estudio prospectivo para comparar la eficacia y toxicidad de dos tratamientos del sistema nervioso central para prevenir las recaídas, así como colaborador en estudios multicéntricos para la elaboración de protocolos en el tratamiento de hemopatías malignas (PETHEMA).

En 1984 se puso en marcha la primera unidad de trasplante de precursores hematopoyéticos exclusivamente pediátrico, momento en el que me incorporé al servicio, primero como médico asistente y posteriormente como médico adjunto. Mi formación postgrado fue como médico residente de pediatría con el profesor Manuel Cruz Hernández y, posteriormente, médico residente de hematología con el profesor Ciril Rozman, ambos en el Hospital Clínico, teniendo el honor de trabajar en el servicio con el doctor Ortega hasta su jubilación.

Trabajador incansable, médico comprometido con los niños y sus familiares. Exigente con sus colaboradores, pero no más de lo que exigía asimismo. Gran capacidad docente, tanto para los médicos en formación (MIR) en pediatría y hematología del propio hospital, como para los procedentes del ámbito nacional, incluyendo los centros de oncología infantil. Referente de la hematología infantil española, europea y sobre todo en los países latinoamericanos, muchos de los cuales, después de su "pasantía", han liderado en sus hospitales servicios pioneros en sus propios países.

Ha participado en todos los foros de hematología en el ámbito español e internacional, con gran aportación científica. No es necesario enumerarlos, ya que se contabilizan por muchos cientos.

Estos días me he reunido con Carmen, su mujer, que me ha facilitado los datos que yo podía desconocer. Los hemos extraído del último "curriculum" que redactó en 2004.

También hemos compartido cartas muy emotivas de médicos que se han formado con él, considerándolo su "maestro" y que sin sus consejos no habrían llegado donde están; sociedades científicas como el Pinder (Programa Infantil Nacional de Drogas antineoplásicas), que el mismo día en que murió, hicieron un reconocimiento del doctor Ortega en la reunión anual.

Sólo quiero finalizar mi escrito, expresando que he sido una privilegiada de haber tenido unos mentores que me facilitaron poder ir a trabajar con el doctor Ortega en el Hospital Vall d'Hebron, como hematólogo infantil y los años trabajados y vividos a plena dedicación.

Gracias "jefe" por haberme aceptado. Los que la apreciamos no lo olvidemos. Descanse en paz.