Dr. Joan Rodés

Joan Rodés

(1938-2017)

La muerte del doctor Joan Rodés, no por previsible y esperada, ha dejado de ser un golpe emocional para todos los que hemos convivido con él a lo largo de muchos años. Joan Rodés ha sido un médico irrepetible. Su productividad fue enorme, en paralelo a su dedicación al progreso de la medicina en Catalunya y en España.

Miquel Bruguera

La muerte del doctor Joan Rodés, no por previsible y esperada, ha dejado de ser un golpe emocional para todos los que hemos convivido con él a lo largo de muchos años. Joan Rodés ha sido un médico irrepetible. Su productividad fue enorme, en paralelo a su dedicación al progreso de la medicina en Catalunya y en España.

Acumuló cargos de responsabilidad, en los que siempre fue modélico y más cumplidor de lo que se esperaba de él. Catedrático de Medicina, jefe de un servicio hospitalario, director médico del Hospital Clínico de Barcelona y, después, director general. Le quedó tiempo aún para ser asesor de los sucesivos ministros de Sanidad desde 2001 y presidente de todas las sociedades nacionales e internacionales dedicadas al estudio de las enfermedades del hígado y para publicar trabajos y editar libros.

Fue el creador de la especialidad de Hepatología en España y proyectó al mundo el trabajo de los médicos y de su grupo de trabajo, la conocida Unidad de Hepatología del Clínic. Promovió la investigación clínica y la básica, con la creación en el Hospital Clínico del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), dedicado a la investigación traslacional, a la que tenían acceso todos los médicos del Clínic interesados en la investigación, y donde podían colaborar con científicos básicos.

El servicio de Hepatología del Clínic, que él dirigía con mano de hierro y guante de seda, ha sido siempre un centro de acogida de médicos clínicos y de investigadores de todos los países de Latinoamérica y de algunos países europeos, con el el objetivo de aprender técnicas y de formarse en la especialidad.

El examen de su currículum muestra que mereció numerosas distinciones y reconocimientos que él ocultaba con discreción, porque, dado su carácter sencillo, se sentía incómodo ante los honores.
Hizo de médico clínico, visitando pacientes hasta hace un par de años, cuando la enfermedad pulmonar lo atrapó. Sus pacientes la querían porque era cariñoso y empático y daba una gran confianza, en parte porque era un profesional conocido, pero, particularmente, porque sabía ponerse en la piel de los pacientes y hablarles en un lenguaje comprensible.

Joan Rodés ha tenido una vida plena. Su trabajo ha sido reconocido por sus colegas y por las autoridades sanitarias. Su obra persiste. Sus pacientes la querían. Sus alumnos y colaboradores le tenían afecto y confianza. Simplemente, hubiéramos querido tenerlo más tiempo con nosotros.