Enric Sierra

Enric Sierra Gil

(1944-2021)

Enric Sierra era un hombre apacible, honesto, amigo de sus amigos, un gran cirujano, un buen padre (dos hijos, Yaiza y Enrique) y esposo de su esposa Alicia, compañera de toda la vida que le cuidó hasta el último momento con amor y paciencia infinita.

Joan-Albert Mijares Grau, ex jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Centro Hospitalario del Principado de Andorra.

Nació en 1944 en Barcelona y se licenció en Medicina en la facultad de esta ciudad. Enric era hijo de un padre digestólogo y director de la editorial Científico Médica que significa que siempre estuvo rodeado de libros y documentación clínica. Destaca desde el principio por una gran afición por la cirugía. Por su formación escogió la Escuela del profesor Pere Piulachs Oliva y, en consecuencia, fue admitido como médico del Servicio de Cirugía de esta cátedra, donde continuó cuando entró el nuevo catedrático, Cristóbal Pera Blanco-Morales. Siguió la formación quirúrgica hasta obtener el título de especialista en cirujano general y fue destinado más adelante como médico interno al Servicio de Urgencias de Cirugía de la propia Cátedra del Hospital Clínic por la guardia del doctor Joan-Albert Mijares Grau, donde permaneció cuatro años.

Enric era un gran aficionado a las corridas de toros y esta difícil cirugía lo ocupó en los años posteriores como cirujano jefe de la plaza de toros Monumental de Barcelona, ??hasta que la cerraron por motivos políticos cuando se suprimieron las corridas de toros en Cataluña. Enric siempre decía que un buen cirujano de toros tenía que observar las corridas enteras y, si había algún enganche, era importantísimo haber visto el accidente en directo para tener una idea de la dirección de las heridas, puesto que hay varios trayectos del bañado.

Dentro del mundo del toro, Enric Sierra era conocido por los buenos resultados de la cirugía inmediata y sus enseñanzas a los cirujanos taurinos españoles y de donde todavía hay corridas de toros, como América del Sur.

A su domicilio particular le nombró “Las Arenas de Llavaneras” por la similitud con la plaza de toros barcelonesa del mismo nombre.

Enric Sierra era un hombre apacible, honesto, amigo de sus amigos, un gran cirujano, un buen padre (dos hijos, Yaiza y Enrique) y esposo de su esposa Alicia, compañera de toda la vida que le cuidó hasta el último momento con amor y paciencia infinita.

Descansa en paz, amigo mío, te echaremos de menos.