Antonio Caralps Riera

Antonio Caralps Riera

(1934-2025)

Reconocemos no sólo su legado como nefrólogo, sino también como humanista que creyó profundamente en el progreso médico al servicio de las personas.

Josep M. Grinyó (nefrólogo, ex catedrático de Nefrología de la UB y ex jefe del Servicio de Nefrología del Hospital de Bellvitge) – Josep M Campistol (nefrólogo, director general del Hospital Clínic)

Los tres grandes milagros de la medicina del siglo XX han sido la introducción de los antibióticos, la generalización de las vacunas y el trasplante de órganos. En este último campo, el doctor Antonio Caralps fue un indiscutible pionero en Europa.

Perteneciente a una estirpe de médicos y cirujanos innovadores con una larga tradición, el doctor Caralps dedicó su vida a hacer avanzar los límites de la medicina. Las tentativas experimentales de trasplante renal de principios del siglo XX en Europa se convirtieron en una realidad clínica en nuestro país en 1965, en el Hospital Clínic, gracias al tándem formado por el doctor Antonio Caralps y el profesor Josep M. Gil-Vernet, cirujano excepcional. Este primer trasplante renal funcional abrió una esperanza a los enfermos con insuficiencia renal irreversible, que hasta entonces sólo podían recibir tratamiento con diálisis crónica. Al introducir el trasplante renal en nuestro país, el doctor Caralps sentó las bases de una práctica médica que con los años ha salvado miles de vidas.

El doctor Caralps formaba parte de los llamados padres fundadores de los trasplantes, una comunidad científica de pioneros que, tanto en Europa como en Norteamérica, compartían retos y soluciones en un campo tan innovador y complejo como era el de la trasplantología.

En la década de los setenta, el doctor Caralps lideró también el inicio del programa de trasplante renal en el Hospital Universitario de Vall d'Hebron, y posteriormente en los Hospitales Universitarios de Bellvitge y de Germans Trias i Pujol. En todos estos centros creó sólidos equipos nefrológicos que continuaron los programas que él había iniciado.

El doctor Caralps era una persona generosa con su saber. Enseñó y formó a varias generaciones de médicos nefrólogos, tanto de aquí como de fuera, que a su vez iniciaron y consolidaron programas de trasplante en numerosos centros. Puede decirse que su actitud altruista ayudó a configurar el modelo de organización descentralizada del trasplante, que tan buenos frutos ha dado en nuestro país.

Clínico exquisito, atrevido en las hipótesis diagnósticas y prudente en las decisiones terapéuticas, obtenía resultados difíciles de superar, incluso con la débil inmunosupresión empleada hasta principios de los años ochenta.

Además, el doctor Caralps era un excelente orador y comunicador. Su lenguaje conciso, preciso y comprensible cautivaba a colegas, estudiantes y pacientes. Su visión, su rigor científico y su constante compromiso con los pacientes y con la sociedad lo convierten en una figura clave de la historia de la medicina moderna.

Hoy, en su despedida, reconocemos no sólo su legado como nefrólogo, sino también como humanista que creyó profundamente en el progreso médico al servicio de las personas.

Descanse en paz.