Los que te hemos conocido, Pepe, podemos decir que hemos disfrutado de una gran persona. Siempre has sido un amigo de tus amigos, compañero de tus compañeros y un médico muy implicado en tu profesión.
Has ejercido la pediatría ambulatoria tanto en el ámbito público en el CAP, como neonatólogo en el hospital Pilar y en tu consulta privada, una de las más prestigiosas de Barcelona y donde siempre has tenido al lado a tu inseparable esposa María, te has entregado totalmente a tus pacientes, dedicando todas las horas necesarias sin escatimar esfuerzos. Tus conocimientos, tu experiencia, la empatía con la que te ha rodeado, la proximidad con tus pacientes, tu humanidad y, en definitiva, el trabajo bien hecho, te han convertido en un referente en nuestra profesión: has sido un auténtico “pediatra de cabecera”, trayectoria que te hizo merecedor del premio a “la excelencia profesional” en 2011.
Durante unos años, hemos tenido ocasión de ser miembros de la sección de “pediatras y cirujanos pediátricos” del CoMB. Con tu carácter prudente, honesto, apacible, estimulante y optimista has demostrado tener gran habilidad y capacidad negociadora para dignificar nuestra especialidad.
No hemos podido tener un mejor compañero, alegre, positivo, solidario y generoso, siempre dispuesto a echar una mano cuando ha sido necesario sin ahorrar esfuerzos. Ha sido un privilegio trabajar contigo.
Desgraciadamente, una enfermedad crónica te apartó prematuramente de tu profesión. Perdimos un gran médico, pero te permitió dedicarte a tu familia, viajar y disfrutar de tiempo con los tuyos.
Pep, ahora has empezado un nuevo viaje, tus compañeros y amigos sabemos que, como siempre, estás con nosotros. Has sido un ejemplo para todos y por eso perdurarás en nuestro recuerdo.