Joan Oliveras i Farrús

Joan Oliveras i Farrús

(1926-2019)

El pasado 27 de mayo de 2019 murió, a los 92 años, rodeado del amor de su familia, el doctor Joan Oliveras Farrús, un hombre bueno con una gran carrera profesional a su espalda.

Josep M. Carrera, Fundador de Matres Mundi. Secretario General de la International School of Perinatal Medicine for Africa (ISPEMA)

Nació en Les Planes d'Hostoles, donde su padre ejercía de médico rural. Estudió la carrera de Medicina en la Universidad de Barcelona, ??y poco después de su licenciatura (1951) se formó en la especialidad de anestesia junto a la doctora María Oliveras Collemir, que era prima hermana suya y fue la primera mujer anestesióloga de nuestro país. La doctora Oliveras había sido alumna del profesor R. Machintosh de Oxford, el cual dirigía la primera cátedra de Anestesia en Europa. 

Sus primeras anestesias, en un momento en que la especialidad no estaba reconocida oficialmente, las hizo, cautelar por su prima, el Servicio de Neurocirugía del Hospital Clínico de Barcelona, ??dirigido por el doctor Alfonso Ley. En 1954, la misma doctora Maria Oliveras lo introdujo, de la mano del doctor José M. Dexeus, en la Maternidad Provincial de Barcelona, ??dirigida por el gran obstetra, el doctor Santiago Dexeus Font, y se convirtió así el primer anestesiólogo de este centro. Y muy pronto comenzó también a hacer anestesias generales en la Clínica Dexeus de la avenida del Tibidabo. Su destino ya estaba decidido: se convertiría en el primer y mejor anestesiólogo obstetra del país.

Un año después, en 1955, combinaba su labor en aquellos dos centros con una colaboración al Servicio de Cirugía del Hospital del Mar y luego al Centro Quirúrgico Municipal, donde se forjó en todo tipo de urgencias y problemas quirúrgicos.

En 1969 se decidió introducir la anestesia peridural en las salas de partos, cosa nada fácil dado que aún estaban presentes, en el ánimo de todos, los problemas que había ocasionado hacía unos años la anestesia raquídea. Además de la resistencia de las pacientes y los médicos mismos, se carecía del instrumental adecuado, que hubo que improvisar. Tuve el honor de contemplar, en la Maternidad de Barcelona, ??como Joan Oliveras efectuaba, con éxito y con gran habilidad, la primera peridural hecha en España. Por esta razón, y tras publicar, dos años más tarde, una serie de 500 anestesias peridurales en parturientas sin ningún incidente, se le consideró, con toda justicia, el introductor del anestesia peridural en España.

Posteriormente, primero en el Instituto Dexeus de la avenida de la Bonanova, y después en el Instituto Universitario Dexeus de la avenida Carlos III, el doctor Olivos organizó el Servicio de Anestesiología, que finalmente se estructuró como un departamento docente, dado que en 1989 el Ministerio de Educación y Ciencia el acreditó para impartir formación médica de postgrado en Anestesiología y Reanimación. Desde entonces, se han formado en esta escuela docenas de anestesiólogos de todo el país y muchos extranjeros. 

Pero el doctor Joan Oliveras fue mucho más que un buen anestesiólogo. Era un hombre extraordinariamente bueno, con un carácter empático y humilde, que iluminaba los quirófanos. Cuando las cosas se torcían en una intervención, su gran serenidad y eficacia hacía que el cirujano se tranquilizara, y la calma volviera. Uno sabía que, si él estaba presente, todo iría bien.

Físicamente era un hombre apuesto, elegante, dotado de un gran atractivo personal, con un carácter amigable, dulce y tierno, que nunca perdía los papeles. Siempre medido y generoso. Tenía convicciones profundas, tanto en el campo político como en el social. Era un hombre de fe, que amaba Cataluña. Pero portador de una ironía, a veces con un punto de sarcasmo, que modulaba sus opiniones. Sabía tratar a las personas con gran humanidad, fuera cual fuera su condición social. En el ambiente hospitalario todo el mundo le quería y lo respetaba. Trataba a sus colaboradores con gran delicadeza, interesándose siempre por su familia. Las pacientes la adoraban. Y casi diría que la mitad del personal femenino del hospital estaba enamorado.

Sus éxitos profesionales le hicieron merecedor de multitud de galardones: desde el nombramiento de socio de Mérito de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña y Baleares hasta el premio de la Generalidad de Cataluña al mérito profesional y la medalla Trueta a la excelencia médica.

En 2001, con motivo de su jubilación, se le hizo un extraordinario homenaje en el curso de una cena en el recinto del Pueblo Español de Barcelona. Asistió todo el cuerpo facultativo del Instituto Universitario Dexeus y varios invitados como consejeros de Sanidad y Economía del Gobierno, el presidente del Co legio de Médicos y algunos diputados, como el Xavier Trias. Fueron muchos los que tuvieron que quedarse fuera porque el local, a pesar de ser bastante grande, no tuvo suficiente capacidad para acoger todos. Todas las intervenciones destacaron la gran persona que era Juan Oliveras. Me atrevo a decir que, personalmente, no he conocido un hombre mejor y más bueno 

En el ámbito familiar tuvo la suerte de tener una pareja extraordinaria: Mariona Bagués, que siempre le apoyó para que pudiera avanzar en su carrera y que nunca se quejó de las ausencias de su marido, que abandonaba la cama casi todas las noches debido a las urgencias obstétricas. Se amaban tiernamente. La muerte de su mujer en 2016, que lo dejó huérfano de su afecto, fue de alguna manera el principio de su progresivo deterioro. Sólo el amor de sus hijos y nietos templaban su íntimo sufrimiento. 

Tuve la suerte de ser su amigo. Los últimos años hablábamos por teléfono todas las semanas. Nos contábamos nuestras penas, recuerdos y enfermedades, y sé que estas conversaciones le iban muy bien. Pero un mal día dejó de llamarme, y yo tampoco pude contactar con él. Se acercaba el inevitable.

Gracias, Juan, por tu amistad y tu ejemplo. Que el buen Dios te otorgan el descanso eterno. ¡Los que te queremos nunca te olvidaremos!