Este poemario recoge sesenta breves maravillas que llenan el espíritu y evocan emociones y recuerdos, muchos de los cuales parecen ya vividos por el mismo lector.
El prólogo de M. Dolors Millat es un excelente comentario de la obra y vale la pena detenerse; tanto este escrito como la cita de introducción sujetan el péndulo inexorable que oscila y cuenta en dos direcciones: el pasado lleva hacia adelante y el presente mira fijamente a las vivencias de infancia y juventud. Péndulo y metrónomo. El paso de la vida.
Los recuerdos se repiensan e incluso se reviven y retocan como un diamante, sabiendo que el tiempo les escurre, los difumina y borra.
En 2016 recibe la Flor Natural de los Juegos Florales de Calella por el poema con el que cierra la obra; sus versos hilan el tiempo y lo encaran no sabe hacia dónde.